Paul Simon publica un disco
en colaboración con Brian Eno
'Surprise' ofrece 11 temas del cantautor a los
que el productor suma sus "paisajes sónicos"

 

Por Diego A. Manrique


Paul Simon vuelve a la primera línea. El cantante y compositor de Nueva Jersey (1941) llevaba seis años alejado de la creatividad personal, viviendo -literalmente- de la nostalgia por Simon & Garfunkel. Ahora, apuesta por una propuesta insólita: se ha juntado con el heterodoxo productor Brian Eno para elaborar una colección de 11 nuevas canciones, Surprise. La acaba de presentar oficialmente con un concierto privado en Londres.

La unión de dos creadores tan diferentes como Simon y Eno parece un resultado del "todo vale" del momento presente, donde se valoran las colaboraciones imposibles como genialidades de friquerío. Pero fue algo natural, insiste Paul: "Nos conocimos en una cena en Londres. Eno me invitó a conocer su estudio, yo le puse allí algo de lo que había grabado y él empezó a tocar por encima de forma espontánea. Vimos clarísimo que allí había campo para colaborar y nos fuimos juntando cuatro veces a lo largo de dos años; yo viajaba a Londres y le presentaba lo que tenía y él añadía su electrónica. Los créditos del disco lo explican: 'Producido por Paul Simon, paisaje sónico de Brian Eno".

Surprise no tiene dimensiones de capricho para un sello experimental. Lo saca Warner Music y, como es habitual en el perfeccionista Paul Simon, se ha grabado a todo lujo en ocho estudios de cuatro ciudades, incluso con solistas de tanto peso como Herbie Hancock o Bill Frisell. Y confirma que Simon se aleja de las canteras rítmicas del Tercer Mundo, que ya había explorado antes de su millonario Graceland (1986): ahora dominan los ritmos estadounidenses, aunque haya algún espasmo de drum 'n' bass (pero tocado por humanos altamente cualificados como el baterista Steve Gadd o el bajista Pino Palladino).

Texturas y espacios
Para el cantautor, la aportación de Brian Eno se aprecia en que suma "texturas y espacios, aparte de la manipulación electrónica de sonidos convencionales".

El resultado puede intrigar a los fieles de Simon, aunque no tanto como las letras: extraordinario narrador, Paul parece ahora contentarse con textos fragmentarios, reflexiones contradictorias que reflejan la confusión sobre lo que debe hacer un portavoz de su generación en un mundo cambiado por el 11-S. Aunque es cierto que Simon ya tenía motivos anteriores para sentirse descolocado. Su carrera como solista se estancó tras el pinchazo de The Capeman, su musical para Broadway, una aventura desdichada que reveló que tenía pocos amigos. El guión desarrollaba la historia real de Salvador Agrón, un delincuente juvenil que, tras alardear de matar a dos personas en una pelea, se redimió en la cárcel: Simon fue vituperado por los inflexibles grupos de familiares de víctimas, que no creen en la rehabilitación de los asesinos. El músico tampoco gozó del apoyo de los medios neoyorquinos, mayormente liberales, que prefirieron hacer la crónica de los numerosos problemas del espectáculo teatral, que se estrenó con retraso y se cerró antes de que Simon pudiera recuperar su inversión.

Simon comprobó que el estigma del fracaso es contagioso: el rechazo de Broadway acabó con las posibilidades de Songs from The Capeman, la (extraordinaria) banda sonora del musical que salió en 1998. Y también extinguió las posibilidades del siguiente disco, You're the one (2000). Es una situación que intenta corregir mínimamente con Surprise: "Eno y yo apostamos por ese público exigente que está cansado de lo convencional, tanto en sonidos como en estructuras y en letras".



31 de Mayo de 2006
El País
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