O bello o nada

 

Por Salvador Sostres


En su último disco, Paul Simon no trata de parecer joven, ni amigo de su hijos ni de nadie, ni colega, ni nada más que un hombre en su vejez reflexionando con madurez y acierto sobre los temas que corresponden a su avanzada edad, 70 años. La muerte y su intuición es el hilo conductor de su nuevo álbum. Así, habla de la Navidad como un consciente ejercicio de preparación espiritual más que como una fiesta; reflexiona sobre el más allá y narra los avatares de Dios y de su hijo único en una visita de cortesía a la Tierra. La muerte es el hilo conductor del disco y el amor es la solución y el antídoto: no tanto contra la muerte como contra nuestra propia banalización, acaso la forma más cruel y estúpida de desaparecer.

Algunos admiran a Paul Simon por su época folk con Art Garfunkel, otros por su época africana, con ese Graceland del que se vendieron más de 14 millones de copias. Y otros por vaya a saber usted qué.  Lo cierto es que el conjunto de su carrera y de sus canciones se pueden seguir con la punta del dedo como un mapa en relieve, y este último disco suyo consigue formar parte de este relieve, de esta coherencia sin mostrar ninguna decadencia artística. Cuando uno es el autor de canciones tan significativas como “Mother and Child Reunion”, “Ten years”, “Further to fly”, “Can I forgive him?” o “Te Coast”, decir que se mantiene en su plenitud creativa no es decir poco y es decir mucho.

Con las canciones de Simon sucede siempre que es muy difícil establecer cuál es mejor que la otra. Simplemente algunas nos impresionan más que las otras dependiendo de nuestro estado de ánimo y de lo que nos ha ocurrido, pero en general y salvo algunas excepciones –siempre hay excepciones- todas son igual de buenas, de perfectas en su factura, de exactas en su letra y de pulcrísimas en sus arreglos.

Tal vez porque dentro de algunos meses voy a ser padre, la canción de este nuevo “So beautiful or so what” que más me ha conmovido ha sido “Love in hard times”, por su repaso de cómo está el mundo que vamos a dejar a los que vienen, y por la reivindicación del amor como única solución. “ But then your hand takes mine./ Thank God, I found you in time”.

Por la enorme belleza de algunas de sus canciones, ha dado la impresión de que Paul Simon era un cantante para todos y nada más lejos de la realidad. Sus letras son complejas y hasta crípticas, y el encanto de sus melodías suele ser secreto y se precisa un tiempo para llegar hasta ellas. Este nuevo disco es lo contrario de lo que los tiempos presentes parecen reclamar, es lo contrario de un producto comercial y es de una intensidad, de una categoría y de una altura artística y moral que requieren una cierta musculatura del alma para comprenderlo.

Siempre ha estado allí y nunca nos ha fallado. No ha tratado jamás de estirar más el brazo que la manga, todo en él ha sido profundo, sincero y de una alta calidad. Es algo que se puede decir de muy pocos artistas, sólo hace falta ver cómo está el panorama y la mediocridad y la frivolidad que nos envuelven.

27 de Abril de 2011
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