África Gana

 

Por Mingus B. Formentor


Miriam Makeba y Hugh Masekhela ya trabajaban juntos unos 35 años atrás. Compartieron escenaríos en el seno de los Black Manhatian Brothers (donde también se enrolara esporádicamente el gran pianista Dollar Brad) y durante un año y medio ambos foramron parte del famoso musical sudafricano “King Kong". Por entonces, Paul Simon todavía no había comenzado a cantar en público y con toda probabilidad tampoco en privado.
Los Ladysmith Black Mambazo. sin lugar a dudas el más afamado grupo entre los cultivadores del ‘mbube” —la música coral de Sudáfrica—, llevan casi veinte años en la brecha. Casi tantos corno Paul Simon. El ‘mbaqanga’ o “twnship jiva” data de comienzos de los sesenta, y tan estrellas del género son Mahlathini (cuyo estilo, por cierto, se halla fuertemente influenciado por el de uno de los miembros de Black Mambazo, Aaron Lerole) como The Soul Brothers o las Mahotella Queens.
A Paul Simon le llegó una casete de “La cosa” en 1984, y “Graceland” mediante, Grammies incluidos, nos ha llegado ahora, cinco años mas tarde, uno de los mejores espectáculos que ha producido el circo pop en esta década que estamos por liquidar de un momento a otro. Su contenido artístico, puro “mhaqanga”, música popular urbana sudafricana de nuestros días. Su anzuelo, el enorme éxito mundial de “Graceland”. Su mentor, Paul Simon. ¿Me siguen?.
Visión de los del todavía-me-queda-media-botella: pues ya era hora de que el personal se dignara a escuchar a los Ladysmith Black Mambazo. Nunca es tarde si la dicha es buena. Da gozo ver cómo se aplauden solos de saxo y trompeta
ante 9.000 espectadores. Simon está pagando su deuda artística con creces éticas, sin chupar plano, advirtiendo a tirios y troyanos de la importancia real de sus colegas escénicos y de las motivaciones de unos yotros.
Visión de los del ya—me-he—bebido-media-botella: no puedo evitar que me llegue un cierto tufilio de “show busines” a la americana. Ya sabíamos desde mucusimos años atrás que Lady Pata Pata es una de las mejores voces de un continente donde andan solirados de genio en este palo. El video filmado en Harare durante la primera gira “Graceland" era espléndido y tras su muy oportuna programación por parte de TVE estábamos ante un concierto ya visto, Al fin y al cabo, lo que queda de las dos horas y media es un concierto de Paul Simon y un rebrinco en el músculo melancólico al oír los finos acordes de “The boxer” y “The sound of silence”.
De hecho, optimista y pesimistas esgrimen razones razonables. Ya se verá, pues, que una de las gracias que tiene el asunto es la contradictoria complejidad que sufre la realidad analítica. ¿Pero acaso no se menearon éstos y aquéllos? Pues eso vale, como minimo, por un buen par de pares de argumentos. ¿Tocan o no tocan de filigrana? Pues, entonces, pelillos a la mar. A decir verdad, mucho me temo que la mayor parte de responsabilidad en el entuerto cae sobre las espaldas de periodistas y medios. ¿Acaso no va todo el mundo de culo por centrar el montaje en la persona de Paul Simon? ¿Acaso no suele pasarse de modo general por encima de todo lo demás?.
Si de apreciación musical se trata, justo sería dar a Simon lo que es de Simon y a de Joseph Shabalala y su Ladysmith Biack Mambazo, Masekela, Makeba o cualquiera de los otros doce artistas que se mueven sobre el escenario lo que les corresponde, que no es poco. Si se retoman los párrafos iniciales y se hechan cuentas, amén de poner las orejas como
hay que ponerlas, se podrán rectificar con facilidad las conclusiones provisionales. Por otro lado, mucho me temo que el propio Paul Simon es el más interesado en dejarlo claro. Es un acto escénico muy bien producido de música popular sudafricana con inclusiones de Paul Simon. El es quien avala y vende, pero sabe muy bien por quién está rodeado. ¿Las ideas políticas? Eso, creo que seria más productivo preguntárselo a los directamente afectados por el tema, es decir, prácticamente todos excepto Simon. De paso, a lo mejor se harían más conocidos sus nombres y su carrera musical saldría sin duda beneficiada.
Despedida y cierre: como espectáculo, perfecto Musicalmente, precioso, una bien equilibrada mixtura de canela y clavo. ¿Qué vimos en el Velòdrom? Eso, que cada uno lo explique según le dé a entender su pupila, datos e idiosincrasia. En definitiva, si de música hablarnos, Africa gana. No se trata de una victoria competitiva. Es algo más profundo, más sutil,
más hermoso y de mayor valor.
Africa, una de sus mil músicas, gana en conocimiento entre las masas. Brindemos por ello, brindemos por un concierto sin mácula.




11 de Julio de 1989
La Vanguardia

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