Y África conquistó Málaga

 

Por Pablo Bujalance


Paul Simon anuncia para el mes que viene la reedición de su álbum 'Graceland', que presentó en el estadio de La Rosaleda en julio de 1989, en un histórico concierto junto a Miriam Makeba y Ladysmith Black Mambazo.

Ahora que Marbella anuncia un gran festival para el próximo verano con viejas glorias como Julio Iglesias, Raphael y George Benson, con la esperanza de que la Costa del Sol vuelve a ser lo que un día fue, cabe recordar que también la capital malagueña acogió durante los 80 conciertos de primera (y verdadera ) categoría, por más que la memoria reporte cierta congoja al comparar aquellas citas con el páramo actual. El estadio de La Rosaleda ejerció de parada para algunas de las giras internacionales más importantes de la década, como las de Genesis y Queen; y a punto estuvo de comparecer Pink Floyd tras la reunión de 1987, un empeño que finalmente dio al traste por cuestiones logísticas y otras menos honrosas. Pero fue el 11 de julio de 1989 cuando Paul Simon presentó sobre el mismo césped su álbum Graceland en un concierto histórico, único, que marcó a fuego un antes y un después en la historia musical de la ciudad. Quienes tuvieron (tuvimos, con permiso) la oportunidad de presenciarlo pudieron descubrir que algo así era posible. Simon trajo consigo al grupo Ladysmith Black Mambazo, la cantante Miriam Makeba y al trompetista Hugh Masekela, estrellas absolutas de la música sudafricana, y África conquistó Málaga por derecho. Ahora, Simon (Nueva Jersey, 1941) acaba de anunciar una reedición de Graceland para el mes que viene a modo de celebración de su 25 aniversario, y ya está prácticamente confirmada una nueva gira que rescatará aquel trabajo, contenedor de una nueva mirada artística de Occidente a África, y a sus artífices; motivo más que de sobra para recordar aquella noche de martes en la que algo cambió para siempre en esta plaza.

El tiempo, y sobre todo la calidad de canciones impagables como Diamonds on the sole of her shoes , You can call me Al , The boy in the bubble y Homeless, han terminado de confirmar a Graceland, publicado en 1986 , como uno de los mejores álbumes de los 80 y un auténtico hito de la música popular reciente (su reedición incluye en varios formatos abundante materia extra y numerosos descartes y versiones alternativas, así como el documental Under african skies , de Joe Berlinger, que recoge todo el proceso de la producción, prolongada durante más de cinco años), pero el comienzo no fue precisamente fácil. Simon llegó a Graceland en pleno desgaste personal (su matrimonio con Carrie Fisher, formalizado en 1983, hacía ya aguas por todas partes) y profesional (su disco anterior, Hearts and bones , lanzado ese mismo año y profundamente pesimista, fue un fracaso en cuanto a ventas, aunque no muchos años después fue ampliamente reivindicado), lo que contribuyó a enrarecer el proyecto y la larga estancia del músico en Sudáfrica. Tras la salida del álbum las cosas no fueron precisamente mejor: tanto la ONU como el Congreso Nacional Africano declararon a Simon persona non grata por haber roto el boicot cultural impuesto a Sudáfrica a cuenta del apartheid y haber contratado a músicos sudafricanos: allí estaban los cantantes de Ladysmith Black Mambazo e instrumentistas como Ray Phiri y Stimela, además de músicos de otros países de África como el senegalés Youssou N'Dour (que también en 1986 grabó junto a Peter Gabriel In your eyes y que ejerció en Graceland labores de percusionista) y otros procedentes tanto de Estados Unidos (el saxofonista Michael Brecker) como de Inglaterra (el guitarrista Adrian Belew, entonces miembro de King Crimson). Tampoco faltaron acusaciones de neocolonialismo por parte de otros músicos de su generación. Pero, de cualquier forma, Paul Simon rubricó el mayor éxito de su carrera en solitario con más de ocho millones de ejemplares vendidos. La superación frente a la adversidad fue tal que el autor de Kodachrome repitió estrategia y lanzó cuatro años después el disco The rhythm of the saints, con músicos brasileños, en el que figuraban verdaderas luminarias como Milton Nascimento. Hoy, tanto este trabajo como Graceland están considerados como obras maestras, Grammys aparte.

La gira de Graceland se prolongó durante cuatro años y tuvo en Málaga una de sus últimas paradas. La entrada tenía un precio de 2.600 pesetas y La Rosaleda no llegó a llenarse, aunque el aforo sí fue suficientemente generoso para aportar a la cita el calor que requería. Simon, arropado por una quincena de músicos, dividió el concierto en dos partes: la primera estuvo consagrada a Graceland y tanto el funkproverbial de You can call me Al como el colorido despliegue de Ladysmith Black Mambazo en Diamonds on the sole of her shoes y Homeless causaron toda una conmoción en el respetable. Después, Simon abandonó el escenario y lo dejó enterito para Miriam Makeba y Hugh Masekela, que prolongaron la conquista a ritmo de Pata Pata y soul africano, que aquí sonaba a novísimo. Simon regresó tras el hermoso paréntesis y bordó una amplia remesa de clásicos en la que no faltaron, claro, The boxer y otros himnos extraídos de su época junto a Art Garfunkel. The sounds of silence cerró, casi como una oración rematada con toda la emoción en la garganta, un festival de más de tres horas que se hizo irrepetible.

A pesar de algunos baches como su disco de 1997 Songs from the capeman , cuya traducción a musical de Broadway se convirtió en otro fracaso comercial, Paul Simon es hoy un artista respetado y admirado por compositores tan dispares como Philip Glass y el citado Peter Gabriel (que grabó una versión de The boy in the bubble para su disco de 2010 Scratch my back ). Su último trabajo de estudio, So beautiful or so what (2011), ha sido considerado como uno de los mejores de su carrera, y hace sólo unos días ganó el Premio Polar, que concede la Real Academia Sueca de Música. Pero para Málaga, este músico menudo y enjuto sigue significando algo especial: fue el maestro de ceremonias de una noche todavía intacta.


16 de Mayo de 2012
Diario de Sevilla
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