Songs From The Capeman


01.   Adios Hermanos
02.   Born In Puerto Rico
03.   Satin Summer Nights
04.   Bernadette
05.   The Vampires
06.   Quality
07.   Can I Forgive Him?
08.   Sunday Afternoon
09.   Killer Wants To Go To College
10.   Time Is An Ocean
11.   Virgil
12.   Killer Wants To Go To College II
13.   Trailways Bus

Publicado en Noviembre de 1997.
Referencia:
Warner Bros 9362-46814-2.
Producido por Paul Simon.
Grabado y mezclado por: Andy Smith.
Grabación y produción adicional: Roy Halee.
Diseño del album: Frank Olinsky.
Pintura de la portada: Bob Crowley.

Ediciones

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"Hoy en día , Sting y Cyndi Lauper escriben musicales de Broadway, pero en aquel entonces, éramos sospechoso, extranjeros haciéndolo. Capeman debería haberse representado fuera de la ciudad durante seis meses, pero no teníamos el dinero para eso. Fue una decepción, y es probablemente mi disco más infravalorado. La gente no conoce realmente el álbum porque nunca he tocado ninguna de esas canciones. debería haber hecho lo que Sting está haciendo con su musical [The Last Ship], conciertos en el que interpreta las canciones".

Paul Simon (Rolling Stone, 2013)


 

The Capeman: redención, música latina y Broadway

Songs from The Capeman, publicado por Warner Bros. en 1997, nació como parte de un proyecto mucho más amplio: el musical de Broadway The Capeman. Fue la empresa más ambiciosa, compleja y arriesgada que haya cometido Paul Simon en su larga carrera, un intento de unir su talento como compositor con la narrativa teatral. El resultado fue una obra que combinaba géneros musicales, culturas y lenguajes, pero también un proyecto que se vio envuelto en polémicas, dificultades de producción y una recepción crítica muy dura.

La idea de The Capeman se remonta a finales de los años ochenta, cuando Simon volvió a interesarse por una historia que había seguido de adolescente a través de los periódicos: el caso de Salvador Agrón, un joven pandillero puertorriqueño que en 1959, con solo 16 años, fue condenado a muerte por el asesinato de dos adolescentes en un parque de Nueva York. Aquellos hechos conmocionaron al país, y el nombre de Agrón —apodado “The Capeman” por la capa que llevaba puesta aquella noche— se convirtió en símbolo de la violencia juvenil y del clima social tenso de la época.

Simon, que entonces era un estudiante de secundaria en Queens, recordaba la historia como una de las más impactantes de su juventud. Décadas después, decidió explorarla desde otra perspectiva: la de la redención y la búsqueda del perdón. Quiso mostrar el contexto de pobreza, discriminación y desarraigo que rodeaba al protagonista, más allá de los titulares sensacionalistas.

Para el libreto se asoció con el poeta y dramaturgo Derek Walcott, ganador del Premio Nobel de Literatura, aunque la colaboración fue tensa y complicada. Durante casi cinco años, Simon trabajó en las canciones, los arreglos y los ensayos del musical, invirtiendo aproximadamente un millón de dólares solo en la preparación musical y escénica. El álbum Songs from The Capeman recoge parte de ese material, ofreciendo una selección de temas que permiten apreciar el enorme esfuerzo creativo que sustentó el proyecto teatral.

El disco muestra la amplitud estilística que Simon quiso incorporar al musical: una fusión de ritmos latinos —plena, bomba, salsa— con el doo-wop de los años cincuenta y la sofisticación melódica característica de su obra. Canciones como Adiós hermanos o Born in Puerto Rico sitúan al oyente en el ambiente cultural y emocional de los protagonistas, mientras que piezas como Quality o Can I Forgive Him? abordan con sensibilidad los conflictos morales de la historia.

El trabajo musical fue minucioso. Simon colaboró con músicos latinos de gran experiencia, como el pianista y arreglista Óscar Hernández, y grabó las voces con algunos intérpretes del reparto original del musical donde destacan Ruben Blades, Ednita Nazario y Marc Anthony . Aunque el disco solo incluye una parte del libreto, consigue transmitir el espíritu de la obra y su ambición musical. De hecho, incluso los críticos más duros con el musical coincidieron en que Songs from The Capeman era un trabajo sólido y lleno de ideas.

Un musical polémico
Desde el inicio, The Capeman se enfrentó a una fuerte resistencia pública. El tema resultó polémico: muchos consideraban que la obra glorificaba a un criminal, y los familiares de las víctimas de Agrón organizaron una campaña de protesta contra la producción, acusándola de trivializar la violencia de las pandillas. Estas protestas generaron gran cobertura mediática y contribuyeron a que el público recibiera el musical con desconfianza.

A nivel interno, la producción atravesó numerosos problemas: cambios de director, tensiones creativas y una gestión caótica. La prensa local siguió de cerca cada tropiezo, y cuando la obra se estrenó finalmente en Broadway en 1998, el ambiente era desfavorable. El crítico Ben Brantley, de The New York Times, publicó una reseña demoledora en la que comparó la experiencia con “contemplar a un animal herido de muerte”. Otras publicaciones fueron igual de duras, y la obra pronto se convirtió en uno de los fracasos más sonados del teatro neoyorquino.

A pesar del fracaso teatral, Simon defendió el proyecto. En un comunicado posterior declaró que lo que más disfrutó fue “la intensidad con que el público, especialmente el latino, respondió a la obra”. En ese sentido, The Capeman fue también un homenaje a la comunidad latina de Nueva York, una forma de visibilizar su cultura, su música y su historia dentro de un contexto artístico que tradicionalmente había estado dominado por producciones anglosajonas.

Económicamente, el musical supuso grandes pérdidas para Simon y sus inversores, entre ellos el publicista Dan Klores y el productor David Geffen. Los analistas señalaron que Simon, habituado a trabajar en solitario, intentó mantener un control excesivo en un entorno colaborativo como Broadway, lo que contribuyó a los problemas de producción.

Sin embargo, el disco Songs from The Capeman logró escapar de esa mala reputación. Fue el único elemento del proyecto que recibió reconocimiento positivo, incluso por parte de los críticos que rechazaron la obra teatral. Su riqueza musical y su autenticidad cultural fueron valoradas como un logro artístico importante dentro de la carrera de Simon.

Songs from The Capeman sigue siendo una pieza única en la discografía de Paul Simon. Representa tanto su deseo de experimentar y romper barreras como los riesgos que conlleva hacerlo. Es un álbum complejo, nacido de un proyecto teatral fallido, pero con una calidad musical que ha resistido el paso del tiempo.

Más allá de la controversia, el disco deja constancia de un intento sincero por unir el lenguaje del pop con la música latina, y por explorar, a través del arte, temas de identidad, violencia, perdón y redención.

 

 

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