"Después de todo,
las ideas siempre están volviendo"

por Robert Hilburn

 

A los 58 años, la leyenda de Simon & Garfunkel grabó un disco sorprendente y está más enamorado que nunca de su mujer, Edie Brickell. Aquí, además, explica cómo salió de un largo bajón creativo.

Quitándose de encima la decepción de su Capeman, el musical de once millones de dólares que fue destruido por los críticos de Nueva York y tuvo que cerrar a principios de 1998 después de solo dos meses en Broadway, Paul Simon regresó con un álbum lleno del talento y la imaginación que caracterizaron su mejor obra.

Es una recuperación que recuerda a la de mediados de los 80, cuando Simon editó Graceland después de dos proyectos que habían sido mal recibidos. One-Trick Pony, la película de 1980 que Simon escribió y protagonizó y que fue un fracaso en la taquilla y Hearts and Bones, su álbum de estudio de 1983, que pasó inadvertido. Los golpes lo dejaron a Simon preguntándose si no había perdido el contacto con su público. Su confianza se sacudió aún más por su divorcio, en 1984, tras un breve matrimonio con la actriz/guionista Carrie Fisher.

Sin embargo Simon no cree que haya muchos paralelos entre su estado de ánimo cuando hizo Graceland y por el que atravesó durante la creación de You''re the One, su nuevo álbum. El neoyorquino asegura que estaba de buen ánimo aún después del fracaso de Capeman, en parte porque estaba orgulloso del musical y porque se siente feliz en su matrimonio con la cantante Edie Brickell.

Las texturas musicales de You''re the One no tienen el exotismo sudafricano que recorría gran parte de Graceland, pero las canciones son igualmente luminosas y en su mayoría positivas reflexiones acerca de la vida y el amor. Simon, 58, puede burlarse de las vueltas de una relación en Darling Lorraine, pero casi siempre celebra el confort y las ventajas de esas relaciones a lo largo del disco. También se refiere a temas como la vejez y la fe con la misma franqueza con la que enfrenta esta entrevista.

¿Cuánto dolió el fracaso de Capeman?
No tanto. Fue una decepción, seguro. Tomó mucho tiempo hacerlo y fue rápidamente levantado, pero a mi me pareció que era un buen trabajo. Pero está volviendo. Se hicieron seis presentaciones en Inglaterra hace poco y hay dos compañías en los Estados Unidos que planean hacerla...

¿Sentís que tenés que probarte a vos mismo de nuevo después de Capeman como tuviste que hacerlo después de Hearts and Bones?
No pensé en eso. La obra cerró y todo el mundo estaba agotado. Pero un mes más tarde, Edie (Brickell) y yo tuvimos nuestro tercer hijo y eso fue maravilloso. Así que ya estaba en un lugar emocional muy distinto que después de Hearts and Bones. No pasó mucho tiempo hasta que empecé a escuchar música en mi cabeza y decidí armar una banda y hacer un nuevo disco. Lo único que interrumpió el proceso fue la gira con Bob Dylan.

¿Cómo surgió esa idea de tocar con Dylan?
Tenía ganas de tocar pero no estaba seguro si podía hacer un show de dos horas. Me pareció que una gira de este tipo iba a ser más fácil. Tocaba una hora y 15 minutos. Al final, podía tranquilamente haber hecho un show de dos horas, no tuve problemas de energía ni de voz. Además, me gusta Bob y me gusta su banda, y me pareció que era una dupla interesante. Hacemos músicas diferentes, pero hay una cosa que nos une, sin duda. Fue una linda gira, la disfruté mucho.

¿Cómo decidían qué canciones iban a tocar juntos?
Llegábamos y ensayábamos algunas cosas, nosotros dos solos con nuestras guitarras acústicas, cantando viejas canciones folk. Escuchar a Bob con una acústica cantando baladas tradicionales es increíble. Esa era la idea, pero cuando empezó la gira nos dimos cuenta que íbamos a tener que cantar los éxitos del otro porque eso era más apropiado para este tipo de show. Tocábamos para 15.000 personas que estaban ahí bailando y tomando cerveza y ellos querían oír nuestras canciones.

¿Cómo armaste el nuevo álbum?
Cada vez más, la música para mí es más y más acerca del sonido. Todo parece comenzar con sonido. Una vez que encuentro el sonido correcto, eso me dicta la melodía y de allí voy a las palabras. Cuando comienzo un álbum, llevo un libro y escribo frases e ideas que puedan funcionar en una canción. Cada tanto reviso el libro a ver si hay alguna frase que me entre en una melodía y que ayude a contar una historia. En este disco, las palabras venían tan rápidamente que la mayoría de las canciones las escribí en uno o dos días. Es como ese cliché de los cantautores: "No las escribí, alguien me las dictaba". Pero así me sentí. Fue diferente para mí. Usualmente me toma un par de meses trabajar en las letras.

¿Qué otras canciones de tu carrera te vinieron súbitamente?
Puente sobre aguas turbulentas vino así. La misma sensación de: "¿de dónde vino eso?". No tenía idea de que sabía esa melodía o esos cambios de acordes o que iba a decir eso. Escribí los dos primeros versos una tarde y el tercero en el estudio.

¿Por qué crees que el álbum tiene ese tono tan positivo? ¿Será porque estás pasando un buen momento?
Es la primera vez en mi vida en que tengo armonía doméstica.

¿Pensabas ya que nunca ibas a poder lograrlo?
Sí, lo pensaba.

¿Y cómo se siente?
Difícil de creer. Entonces empezás a preguntarte si va a durar. ¿Puede algo realmente ser tan bueno? ¿Algo malo va a pasarme?

¿Creés que encontraste a la persona correcta o que estás más capacitado para estar en una relación?
Creo que he madurado, pero también que encontré a la persona correcta. Tuve suerte.

¿Qué efecto tuvo esa felicidad en el disco?
No hablo mucho de nuestra relación en él.

Pero seguro que esa relación colorea tu mirada respecto a las cosas...
Supongo que sí, pero siempre fue mi instinto ser optimista en mi música. Hay un dejo de tristeza y de melancolía aquí y allá, pero muy poco odio u hostilidad. No creo que ese sea mi trabajo. Si todo lo que tengo que decir es cuán decepcionado estoy con la vida, no veo cuál pueda ser mi contribución. Hay mucho de eso ahí afuera. Pero no miento con mi optimismo. El amor es bárbaro y es como digo en el disco, es algo que querés desesperadamente y que te puede hacer morir de risa cuando lo conseguís. Es como una medicina.

¿Alguna vez pensaste que no ibas a poder escribir en ese estado de felicidad? La vieja teoría del artista torturado.
Nunca me preocupó eso. No creo que importe si estás feliz o si estás mal. Lo que he observado del proceso creativo a lo largo de los años es que a veces tenés períodos fértiles y después otros que no lo son y empezás a dudar si estás terminado, si se te acabaron las ideas. Pero después vuelven. Las ideas siempre están volviendo.

 



Diciembre del 2000
Los Angeles Times

Traducción:
Clarín (Diario argentino)

 

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