"No creo que esta sea mi última pieza"

 

por David Fricke

 

Las exquisitas reflexiones de Seven Psalms sobre el final de la vida y lo que hay más allá, si es que hay algo, ha llamado más la atención que cualquier álbum de Paul Simon desde Graceland. No es que el maestro artesano de la canción haya pedido estos elogios ni sepa qué hacer con ellos. "Estoy acostumbrado a que la gente no entienda mucho de lo que hago", le dice a David Fricke.

El sueño fue tan vivido, tan específico en sus instrucciones, que cuando Paul Simon se despertó, lo anotó —dos palabras en una página arrancada de un cuaderno de espiral— y lo fechó en la esquina superior derecha: 15 de enero de 2019. Finalmente, el cantante enmarcó ese papel y lo colgó en el estudio de su casa en Texas, donde, en gran parte de forma aislada; a través del confinamiento, su propia pelea con el Covid y una pérdida severa de audición en su oído izquierdo, Simon compuso y grabó siete canciones nuevas, unidas en una suite ininterrumpida y titulada como se le había indicado ese mensaje en la noche.
"Decía: 'Estás escribiendo esta pieza llamada Seven Psalms'".  Simon recuerda, riendo, porque en aquel momento no estaba escribiendo nada. Cinco meses antes, en septiembre de 2018, el cantante ofreció el último concierto de su gira de despedida, bautizada Homeward Bound por su éxito de 1966 con Simon & Garfunkel, en un parque de Nueva York a 20 minutos en bicicleta de donde creció en Queens.
"Terminé con eso", dice sobre las giras. “Lo había llevado tan lejos como podía llegar”.

Que el sueño llegara poco después "puede ser solo una coincidencia, porque mi ciclo creativo parece ser aproximadamente cada tres años", sugiere Simon, cuyo último álbum de material nuevo y original, Stranger To Stranger, se publicó en 2016. "Empiezo a inventar cosas, lo pretenda o no. En este caso, no tenía intención de hacerlo".

El resultado, el decimoquinto álbum de estudio de Simon como solista, salió a la venta el 19 de mayo. A pesar de la falta de promoción (apenas se han concedido entrevistas), ha causado sensación, tanto en la crítica como en el boca a boca. A la vez vigorosamente experimental y delicadamente ejecutado, su voz granulada y susurrante y su guitarra acústica solitaria se envuelven en atmósferas pictóricas de percusión, teclados y orquestación ligeramente aplicada. Es una extraordinaria fusión de reflexión, búsqueda y discreto nervio, que evoca la estancia de Simon en Gran Bretaña a mediados de los años 60 -un peregrino americano inmerso en el renacimiento folk de ese país, justo antes de que Simon & Garfunkel alcanzaran el estrellato- en canciones que abordan nada menos que lo que Simon, de 81 años, llama "la enormidad de todo".
Al día siguiente de ese sueño, cuenta Simon a MOJO, sentado en su estudio de Texas, "me dije: 'Voy a buscar 'salmo' y ver realmente qué es esto'. Así que fui a la Biblia". Los salmos -del griego "canciones acompañadas de un instrumento de cuerda"- son poemas de alabanza y acción de gracias que comparten el Tanaj hebreo y el Antiguo Testamento cristiano, algunos bastante más belicosos que "El Señor es mi pastor...". Al principio, Simon se preguntó cómo podría escribir algo en la misma línea. "Pero luego pensé: ¿hasta qué punto tengo que ser literal con la definición de 'salmo'? Fue una buena decisión", dice el cantante con firmeza. "Porque me liberó para ir donde quisiera".

Tu sueño apareció justo antes de que el mundo se confinara. ¿Cómo de difícil fue para ti seguir trabajando con Covid y luego con tu pérdida de audición?
La tranquilidad impuesta fue de ayuda. El resto del mundo no hacía nada. No pensaba: "Esta persona está haciendo eso, esa otra acaba de escribir esto". No tenía la tentación de comparar. Empecé a escribir, impulsado por el sueño, y durante un año más o menos, todo fluyó con total naturalidad. Pensé: "Esto es un regalo. Esto es demasiado fácil. Entonces las letras empezaron a llegar, muchas de ellas en sueños de nuevo, que no es típico de mí. Pero pensé: Soy el destinatario de esta información. Sólo la estoy anotando.
Todo iba de maravilla hasta que empecé a perder la audición, al principio gradualmente y luego con más rapidez. [Simon se sometió a una operación en el oído izquierdo que, desgraciadamente, empeoró la pérdida]. Para entonces, ya llevaba un año. Tenía muchas cosas escritas. Empecé a verle la forma. La parte editora de mi cerebro dijo: "Este será el tema principal. Esto debería seguirlo. No sé a dónde va esto todavía. Deja esto otro por ahora.

En My Professional Opinion, la canción más actual del disco, cantas: "Así que todos se ponen a la altura de las circunstancias / o se hunden en la desesperación". ¿Hasta qué punto era real para ti la urgencia, sobre todo con tu pérdida de audición, de terminar este disco?
Las canciones suelen tener algo de elección o duda, como en Your Forgiveness: "Tengo mis razones para dudar". En Love Like A Braid, digo: "El amor es como una trenza, dicen algunos / Y yo no lo desacredito". No es alguien que dice: "Yo lo creo". Se trata de sopesar lo que realmente sientes por algo, sabiendo que la respuesta no es necesariamente la correcta. ¿O hay una respuesta correcta? Cualquiera de estas cosas, intentas decirlas en una canción sin ser un sermoneador. Y sin pretender que sabes más que el oyente, porque no es así. Para mí, el aspecto más espiritual de todo el disco es el sonido de la música.

En las imágenes en las que se le ve en el estudio, trabajando en el álbum, toca varios instrumentos y guía a los demás músicos con todo detalle. ¿Se siente infravalorado como productor? Para la mayoría de la gente, usted es un cantautor, y eso es todo.
No tengo ni idea de si estoy infravalorado o sobrevalorado. No me beneficia pensar en ello. Lo que importa es el problema que estoy resolviendo. Cualquier cosa que me distraiga de eso -y muchas cosas lo hacen- no me beneficia. No soy inmune a la distracción. Soy susceptible a ella. Los problemas que elijo para resolver están al límite de mi capacidad para resolverlos. Por eso me esfuerzo en ello. Me esfuerzo por encontrar una respuesta.
Tengo mi propia estimación de lo bueno o no que soy. Probablemente sea bastante duro, la verdad. Pero es mi estimación y, al fin y al cabo, lo que digan los demás -que soy un genio o que soy una mierda- no importa. Estoy acostumbrado a que la gente no entienda mucho de lo que hago, como utilizar los sobretonos de una campana para unirlos a una nota determinada. Le quita la diversión si te digo lo que es.
Si un montón de gente dice: "Oh, estaba infravalorado", entonces, boom, yo estaré sobrevalorado (risas). ¿Cuál es la diferencia?

 

El momento fue conmovedor. El sueño que desencadenó Seven Psalms llegó a Simon en el aniversario de la muerte de su padre, en 1995. Pero Louis Simon no era un hombre espiritual, según su hijo.
Nacidos en 1941 en Newark (Nueva Jersey) y criados en Flushing (Queens) cuando su familia se trasladó allí cuatro años después, Paul y su hermano pequeño Eddie crecieron en un hogar judío donde la religión "no era un factor", dice el cantante. Su padre, bajista y líder de una banda de baile durante la mayor parte de su vida, tenía unos cincuenta años cuando volvió a estudiar y se doctoró en lingüística, convirtiéndose en profesor del City College de Nueva York. "No le interesaba la religión", recuerda Paul. "Tal vez era incluso antagónico. Y a mí realmente tampoco".
Pero una vez que Simon y su compañero de escuela de Queens Art Garfunkel dejaron de hacer pop de adolescente como una especie de Everly Brothers neoyorquinos (Hey Schoolgirl, su single de 1957 como Tom & Jerry, entró en el Top 40 de EE.UU.) y se convirtieron en un grupo folk, encontraron parte de su primer material en himnos y melodías gospel. En su debut de 1964, Wednesday Morning, 3 A.M., Simon & Garfunkel versionaron Benedictus, escrita por el compositor renacentista italiano Orlando di Lasso, y el estándar de la iglesia negra Go Tell It On The Mountain. Y Simon escribió su mayor éxito con Garfunkel, Bridge Over Troubled Water, de 1970, como un himno de sacrificio y consuelo, sobre la urgencia de ayudar y curar, lo que la religión hace mejor.
"Benedictus fue idea de Artie: le encantaba esa pieza", recuerda Simon. "Pero mi interés por la música gospel vino de los grupos vocales. Tenían un sonido parecido a la música a capella de las esquinas de la calle, que fue la primera música en la que participé cuando tenía 12 o 13 años."
Simon grabaría más tarde con algunos de aquellos ídolos, cantando con los Dixie Hummingbirds y Claude Jeter, de los Swan Silvertones, en There Goes Rhymin' Simon, de 1973. Pero incluso de adolescente, insiste, "ya estaba metido en ese aspecto de la cultura, y la implicación espiritual que había ahí".

¿Cómo caracterizaría su espiritualidad en Siete Salmos?
Las grandes cuestiones que abordan todas las religiones me fascinan, como fascinan a la mayoría de la gente. En una canción, Love Is Like A Braid, el puente dice: "Hogar, hogar / Sol en mi puerta / Me sorprende encontrar...". Proviene de un canto hindú: "Om Shakti Om" [un mantra para alcanzar la dicha y la iluminación]. Esos sonidos, om y shak, forman parte del entorno sonoro. Te transportan al lugar donde encuentras las respuestas a estas preguntas.

Seven Psalms se abre como una llamada al culto con el suave sonido similar al gong de los Cloud Chamber Bowls, inventados por el compositor microtonal Harry Partch.
Cuando escribí Insomniac's Lullaby [en Stranger To Stranger], fui a una escuela de Nueva Jersey, Montclair State, donde guardaban bastantes de sus instrumentos. Tomé muestras de todos los cuencos Cloud, notas individuales, grupos. Usé algunos de ellos en esa canción. E hicimos flotar estas cosas por las pistas de Seven Psalms, de forma aleatoria para escuchar cuál funcionaba: "Eso es bueno, mantenlo ahí." "No, eso es confuso." Las pistas te ponían en ese trance, en un lugar donde lo que yo decía líricamente tenía la oportunidad de ser recibido en el contexto adecuado.

Incluso has programado el álbum como un viaje: una sola pieza de media hora.
El disco dura 33 minutos, a propósito. Treinta y tres es un número muy importante en el cristianismo [la edad de Jesús cuando fue crucificado; el número de veces que aparece el nombre de Dios en el relato de la creación en el Libro del Génesis]. Y es la velocidad del LP. Todo eso está diseñado.
Mientras hacía esto, pensaba: "Sí, lo creo. Me quedo con esa afirmación. Ahora bien, ¿es realmente cierto? ¿Como "Viví una vida de penas agradables / hasta que llegó la verdad" [Love Is Like A Braid]? Otras veces, algo como, "El Señor es mi ingeniero" - sí, "ingeniero" tiene muchos significados. Incluso, medio en broma, relacionado con la grabación.

Usted ha calificado el álbum como "un viaje que no he completado. Se trata de una discusión que tengo conmigo sobre la fe: tenerla o no".
Mi opinión general es: Estoy asombrado por este increíble planeta en el que vivimos, lo hermoso que es y lo hermoso que puede ser. Si fue hecho por un Creador, "Excelente trabajo, Dios. Estoy muy impresionado. Me quito el sombrero ante ti". Si resulta que la explicación es otra cosa que un Creador, estoy igual de asombrado. No cambia mi sentido del bien o del mal o de la moralidad.
Si me dicen: "Debes elegir una cosa o la otra", yo diría: "Elijo al Creador. Me gusta más esa historia". Pero si no es así, no voy a decir: "Oh, qué idiota que fui al elegir lo equivocado". No sabemos las respuestas a las grandes preguntas, y nunca lo sabremos realmente. Pero seguimos encontrando pequeños trozos de información que nos acercan a algo.

También está la cuestión del envejecimiento, de mirar atrás y ver lo que se ha hecho bien y lo que se ha hecho mal por el camino. Usted escribió sobre eso con Simon & Garfunkel en el tema Bookends de 1968: "Conserva tus recuerdos / Son todo lo que te queda".
En un par de ocasiones me encontré con Joe DiMaggio [leyenda del béisbol de los New York Yankees]. Y esa era su frase favorita del álbum, su canción favorita. No era Mrs Robinson [Simon menciona a DiMaggio en el verso final de la canción]. Fue fascinante que me lo dijera, porque no era muy comunicativo con la gente.
No estoy acostumbrado a enfadarme por el estado de las cosas o a sentirme frustrado con mi vida. Pero en su conjunto, el panorama general es, sí, qué gran momento. Y las preguntas que no puedes responder... la mente no puede abarcar el infinito. Es demasiado grande. Sólo puedes reírte de ello. Lo bueno de escuchar la música adecuada es que te permite adentrarte en ese mundo de pensamientos sin asustarte ni agitarte. El antídoto contra gran parte de lo que está pasando ahora es el arte consciente pero tranquilizador.

 

El 15 de junio de 1965, en el estudio de Columbia Records de la 7ª Avenida de Nueva York, tras el primer día de trabajo de Bob Dylan en su siguiente single, Like A Rolling Stone, el productor Tom Wilson hizo que dos de los músicos -el guitarrista Al Gorgoni y el batería Bobby Gregg- se quedaran para trabajar en otra canción junto con el veterano guitarrista de estudio Vinnie Bell y el bajista Bob Bushnell, antiguo compañero de giras de The Drifters y Gary Lewis & The Playboys. Wilson quería ponerle respaldo eléctrico a una canción que había producido para Wednesday Morning, 3 A.M. de Simon & Garfunkel: la lectura acústica original de la balada protesta de Simon The Sound Of Silence.
El álbum había sido un fracaso, pero ese tema se estaba escuchando en las universidades y Wilson, aprovechando el furor del folk rock causado por Mr Tambourine Man de The Byrds, lo remezcló pensando en la radio AM, sin que Simon ni Garfunkel lo supieran. Este último estaba en otra Columbia: la universidad, estudiando la carrera de Historia del Arte. Simon estaba en Londres en su año sabático de solista folk, grabando su primer álbum en solitario, The Paul Simon Songbook, ese verano -casi la mitad de el en la misma semana que la sesión de Wilson.
El 12 de septiembre, The Sound Of Silence fue lanzado por Columbia, que pasa rápidamente un mes en el número 1 de la en la lista de ventas de EE.UU., alternándose con We Can Work It Out de The Beatles. Simon & Garfunkel volvieron pronto a los estudios Columbia, apresurándose a completar su siguiente LP, que se llamaría Sounds Of Silence. Entre las 10 canciones de Simon había una única versión al final de la primera cara. Un recuerdo instrumental de la estancia británica de Simon: Angi de Davy Graham, retitulada Anji.

En mi reseña para MOJO de Seven Psalms [MOJO 356] describí esa figura de guitarra de la canción que abre el disco, The Lord, como una "imagen modal" de Angi/Anji. ¿Cómo se te ocurrió ese lick?
No sé la respuesta a de dónde vienen las cosas

Pero reconociste el linaje cuando llegó.
Ah, claro. Ahí es donde aprendí a tocar la guitarra con los dedos, en la escena folk inglesa. Antes de eso, siempre tocaba con una púa plana. Y conocí a Davy Graham. Yo no diría que era mi amigo. Era mayor, una especie de leyenda. Pero le conocía a él y a Bert Jansch, era amigo, un contemporáneo. Yo aprendí mucho sobre picking de Martin Carthy. Ahora hago algo diferente en Seven Psalms, es realmente mío. Pero vengo de esa época.
Nunca dejé la guitarra acústica. Incluso con los guitarristas africanos en Graceland [de 1986], yo solía tocar en acústico, añadiendo un toque de brillo a lo que ellos tocaban. Y todos los discos de Simon & Garfunkel son de guitarra acústica: esos licks iniciales y los rellenos identificativos como en Homeward Bound, The Sound Of Silence, Mrs Robinson, I Am A Rock. Es evocador de quién era yo para la gente que se remonta lo suficiente. Por otra parte, es intrínsecamente bueno e interesante.

Seven Psalms también tiene una cualidad íntima y sobria que se remonta a The Paul Simon Songbook, que era sólo usted en un estudio de Londres con una guitarra acústica y las canciones que estaba escribiendo en ese viaje.
Seven Psalms está muy relacionado con eso. Sí, ese era yo de joven. Y este soy yo 58 años mayor. Sigo siendo esa persona.
Me complace pensar que la profesión que elegí, componer canciones, tiene miles de años (risas). La gente lleva haciéndolo desde las primeras expresiones humanas. Con una guitarra acústica y una voz, Seven Psalms no puede ser más sencillo.
Pero también es una ilusión. Estoy incorporando a Harry Partch, su pensamiento -esos 43 microtonos en una octava- a esta simple guitarra. Y estoy introduciendo disonancia, bastante. Es estirar el oído hacia el horizonte del sonido, diciendo: "Hay muchas cosas interesantes aquí detrás". En cierto sentido, este disco se hizo para los años 60, cuando la gente tenía grandes sistemas de sonido.

¿Qué esperaba encontrar o conseguir durante su estancia en la escena folk británica?
Esperaba alejarme de casa, ser libre. Vivía una existencia libre y hacía lo que más me gustaba, que era tocar. Y podía ganarme la vida con ello. Así que me encantaba.
No tenía ninguna pretensión. Era un crío. Tenía 23, 24 años. Escribía canciones, tocaba en clubes con 60 ó 70 personas y me lo pasaba muy bien. Cuando me fui [a finales de 1965], me pagaban 25 libras por noche, una enorme suma de dinero. El salario medio de un trabajador era de 37 libras a la semana. Y yo hacía tres o cuatro espectáculos a la semana, ganando 75 o cien libras.
Podía coger un taxi e ir a donde quisiera. Podía mudarme a un bonito apartamento, aunque mi apartamento favorito fue el primero que tuve. Costaba siete libras a la semana. Estaba en Londres, en Belsize Park. Era el apartamento de Martin Carthy. Me lo dejó cuando se casó y se mudó a otro sitio.

¿Alguna vez te has preguntado qué habría pasado, qué estarías haciendo ahora, si Tom Wilson no hubiera puesto esas sobregrabaciones eléctricas en The Sound Of Silence? Puede que no hubiera habido Simon & Garfunkel después de ese primer álbum.
De eso no hay duda. Pero es gracioso. Artie solía hacer esa pregunta todo el tiempo: "¿Qué habría pasado si The Sound Of Silence no hubiera sido un éxito?" Y mi respuesta es la misma para ti: Nunca pienso en ello. Porque la sobregrabó. Fue un éxito. Y ya está (risas).
Es un desperdicio pensar qué habría pasado si no lo hubiera hecho. Eso es lo que le pasó a tu vida.

 

Simon se había casado dos veces (con Peggy Harper y luego con Carrie Fisher) y se divorció cuando Edie Brickell, la cantautora de Dallas (Texas), apareció con su grupo, los New Bohemians, en Saturday Night Live en noviembre de 1988. Mientras Brickell interpretaba su éxito What I Am, vio en el plató a Simon, amigo del productor de SNL Lorne Michaels, que la observaba atentamente mientras cantaba. "Me hizo olvidar cómo iba la canción cuando le vi", dijo Brickell más tarde.
Se casaron en 1992, tienen tres hijos (el cantautor Harper Simon es hijo de Paul de su primer matrimonio) y dividen su tiempo entre la ciudad natal de Simon y su propiedad en el centro de Texas. A la pregunta de cómo se las arregla un neoyorquino de toda la vida en el Estado de la Estrella Solitaria, Simon reconoce que "la política oficial es despreciable. Pero la gente de verdad es muy agradable". Y el entorno es "realmente idílico. Es una vieja granja junto a un arroyo" con una "pequeña cabaña de madera que convertí en estudio". La propiedad de al lado "tenía un local para bodas. La compramos y nos quedamos con la gran sala, que está acondicionada como local de ensayo donde Edie trabaja con distintas bandas". Simon tiene "suficiente para estar ocupado y ser creativo. Y no salgo con el Fiscal General o el Gobernador, por supuesto".
Brickell hizo coros en el álbum de Simon de 2011, So Beautiful Or So What, y se le atribuyen "chasquidos de dedos" en In The Blue Light de 2018, unas revisiones de jazz progresivo de canciones de su catálogo. Pero en Seven Psalms aparece por primera vez como cantante, aportando una calidez tejana a The Sacred Harp y un brillo angelical al final, Wait.
"No hemos cantado mucho en los discos", admite Simon. "Edie solía escribir algunas canciones cuando llevaba a los niños al parque. Grabamos tres o cuatro y eran buenas. Teníamos intención de sacarlas, pero los niños dijeron: 'No, esas son nuestras canciones'".
Pero, añade, "tenemos una buena mezcla, y cantaremos más juntos". Y Simon señala, justo cuando llegamos al final de nuestra conversación, que ha estado escribiendo nuevas canciones. Como él dice: "Me estoy interesando de nuevo".

¿Por qué Edie era la adecuada para las canciones de Seven Psalms?
Sería adecuada para cualquier cosa. Le pedí que cantara en The Sacred Harp porque es una canción de Texas. La pareja que conduce la camioneta está en Texas, y esos somos nosotros, ¿sabes? Aparte de que siempre canta completamente afinada, cosa que envidio, es perfecta para ese personaje. También es perfecta para ese personaje en Wait, como un ángel cantando sobre el cielo.

En The Sacred Harp, describe a uno de los jóvenes autoestopistas de la canción de esta manera: “Su voz es una mezcla de perfumes regionales”. Es una referencia compacta que captura mucho sobre la sensualidad y la historia de fondo de una mujer. ¿Cuánto tiempo te lleva dar forma a una línea como esa y saber dónde ponerla en la canción?
Fue una de esas frases que te salen solas. No trabajé en ella. La pensé como un dulce acento sureño, que es el que tiene Edie. No habría usado esa línea si estuviera describiendo un personaje masculino. No pensé en lo mucho que dice de una mujer. Ese es sólo uno de esos ejemplos de cómo no sé de dónde viene, pero sé que encaja bien ahí.

Has descrito tu proceso creativo como "buscar el límite de lo que puedes oír... Eso es lo que quiero". ¿Cómo de cerca has estado con Seven Psalms?
No lo sé. La reacción crítica hace sentir que lo que oí fue sentido por otros. Eso es bueno. Podría haber sido fácilmente lo contrario. Sentí lo mismo cuando hice Graceland: Realmente me gusta eso. Si es un éxito, no me sorprenderá. Pero si no lo es, tampoco.
Podría decir lo mismo de [el musical de Simon en Broadway en 1998] The Capeman. Pensé: "Es un sonido estupendo, música latina y doo-wop. Me gusta mucho. Pero no fue un éxito. De hecho, fue un gran fracaso.
Sólo significa que a todo el mundo le encanta Graceland y a no demasiada gente le encantó The Capeman. Ambas eran buenas ideas para mí. Una de ellas conseguí llevarla a buen puerto de tal forma que la gente la abrazó. La otra, no. Siete Salmos es una idea que escuché e intenté plasmar. Si no lo hubiera hecho, seguiría siendo muy atractiva para mí. Lo hice porque era interesante.

¿Qué le interesa ahora?
Tengo tres canciones en marcha. Una de ellas está terminada. Se siente como medio paso más allá de lo que es Seven Psalms, evolucionando hacia algo más. Y eso es literalmente un salvavidas, porque no he descubierto cómo actuar con la pérdida de audición. He intentado ensayar con los chicos de mi banda [de gira] para ver si podía hacerlo. De momento no puedo.
Esto es al menos una salida para pensar musicalmente. Seven Psalms, porque tuve mucho tiempo para estar a solas con ella, aprendí mucho sobre mi pensamiento musical, sobre cómo podría poner en práctica esos pensamientos con los instrumentos que tengo a mano. De hecho, acabo de comprar la gran colección de instrumentos de percusión de alguien, sobre todo porque quería trabajar con ciertas campanas. Pero ya descubriré qué más hay. Son colores más sutiles en la paleta.

En Wait, cantas "Espera, no estoy listo / Estoy empacando mi equipo"– como alguien que está lejos de terminar con la música.
Esa idea de "está examinando su mortalidad" no es cierta. Hay elementos en estas canciones que son autobiográficos. Ese personaje de Wait podría ser yo. No está lejos de mí. ¿Pero lo pienso a diario? No, no lo pienso. ¿Se me ha ocurrido? Sí. Así es como pude escribirlo (risas). Pero no, no creo que esta sea mi obra final.
Lo que parece que sigue es ese ciclo de cada tres años más o menos. Empiezo a escribir canciones otra vez. No digo: "Vale, es hora de escribir. Voy a ir a mi escritorio, me sentaré y empezaré desde esta hora hasta aquella". Una vez en marcha, estoy escribiendo todo el día, mientras paseo o me siento con la guitarra.
No era consciente de ello cuando tenía 12 o 13 años y escribí mi primera canción. Creo que no fui consciente de ello hasta los cuarenta. Es un flujo. Me arrastra. Siempre ha sido así en mi vida.


Número de Septiembre de 2023 (A la venta en Junio)
Mojo Magazine
(Traducción: The Sound of Simon)

 

  

 

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