Trovadores de Nueva York

 

por Javier Márquez


Fueron la voz de una generación que aún entona sus himnos. Ahora se han volcado con su ciudad malherida mientras se acaba de reeditar toda su discografía.

El pasado día 22 de septiembre, un amplio plantel de cantantes y actores de diversas generaciones se dieron cita en un maratoniano programa televisivo para rendir homenaje a las víctimas de los actos terroristas del pasado 11 de septiembre. Abría este especial concierto Bruce Springsteen. La despedida quedó reservada para uno de los artistas más queridos por la ciudad de Nueva York, Paul Simon. Miles de estadounidenses reconocieron haber llorado al son de Bridge over Troubled Water, una melodía que marcó el final de una década, los 60, y de un grupo musical, Simon & Garfunkel.
Ya antes de ese acto, ambos componentes del consagrado dúo habían participado en diversas citas con objeto de honrar a las víctimas y recoger fondos para ayudar a la recuperación de la ciudad, tanto física como moralmente. Y es que, a pesar de su ruptura en 1970, elevada a niveles traumáticos por la prensa, Paul Simon y Art Garfunkel han seguido muy presentes no sólo en el panorama musical, sino como personajes populares de la «Gran Manzana». Desde hace unos años, su compañía discográfica, Columbia, les ha mantenido en los estantes de novedades con recopilatorios, como la caja para coleccionistas Old Friends o el doble Tales of New York. La última actuación de Columbia en este sentido, muy esperada por los fans del grupo, ha sido la remasterización de los cinco discos que grabaron juntos entre 1964 y 1970, cuyas canciones originales van acompañadas de algunos temas inéditos.
Aunque estas nuevas ediciones ya estaban disponibles en Estados Unidos desde finales de agosto y en buena parte de Europa desde principios de septiembre, el lanzamiento más significativo ha sido, sin duda, el español. El material salió al mercado el pasado 19 de septiembre, fecha emblemática para el dúo, ya que se cumplía el 20 aniversario del multitudinario concierto en Central Park. En aquella ocasión, tras una década separados, Simon & Garfunkel se reunieron en la Great Law del parque
neoyorquino ante más de 250.000 conciudadanos.
Supuso algo similar a la reconciliación de los Beatles —ya imposible por aquellos días ante la reciente muerte de John Lennon— y la clamorosa respuesta mundial, con la gira-reunión que siguió a aquel concierto, confirmó tal planteamiento.
Simon & Garfunkel nacieron en 1941, con pocos meses de diferencia. En algunos conciertos contaban la anécdota de que Paul, recién nacido, saltaba en su cuna gritando «¡Eh, señora Garfunkel!,
¿cuándo va a nacer Arturito?, me empiezo a sentir solo». Ambos eran chicos solitarios y eso fue lo que les unió en la escuela primaria. Grandes aficionados a la música, descubrieron que sus voces se acoplaban bastante bien, y así comenzaron su andadura,'con un éxito temprano a los 15 años, Hey, Schoolgirl!, y una posterior lista de fracasos. En aquel tiempo ocultaban sus orígenes judíos bajo unos nombres bastante más «comerciales»: Tom and Jerry.

Los sonidos del éxito
Hasta 1964 no grabaron el primer álbum considerado oficialmente de Simon & Garfunkel, Wednesday Morning, 3 AM (Miércoles a las 3 de la madrugada). El disco contenía cinco temas de Paul y otras tantas composiciones populares. La acogida resultó tan fría que Art decidió continuar con sus estudios de Matemáticas y Paul se marchó a Inglaterra a probar suerte. Fue entonces cuando se produjo uno de esos momentos mágicos a los que Paul tanto ha cantado en su etapa en solitario. Tom Wilson, productor de la Columbia que había trabajado con Bob Dylan, tomó una de las canciones de ese primer álbum cuya orquestación se limitaba a dos guitarras acústicas, y añadió una eléctrica, un bajo y una batería. De este modo, The Sound of Silence («El sonido del silencio») se convirtió en Sounds of Silence («Los sonidos del silencio»), el primer número uno de Simon & Garfunkel.
El siguiente golpe de suerte llegó en 1967, cuando Mike Nichols decidió usar algunos de sus temas como banda sonora para el emblemático filme El graduado. El éxito fue tal que, a mediados de 1968, con discos en el mercado como el Sgt. Peppers, de los Beatles o el John Wesley Harding, de Bob Dylan, los cinco primeros puestos de los más vendidos llevaban la firma de Simon & Garfunkel, y el primero de ellos la banda sonora de El graduado con la celebérrima canción Mrs. Robinson.
Cinco trabajos en siete años no era una producción demasiado abundante para la época. La larga gestación de los trabajos de Simon & Garfunkel se debía básicamente a dos aspectos o características identificativas. Por un lado estaba la composición de los temas, un cien por cien obra de Paul Simon, y cuya complejidad en los textos reflejaban la formación del joven cantautor en Lengua y Literatura Inglesa en el Queens College de Nueva York. Los discos del dúo abordaban cuestiones como la sole
dad (I’m a Rock), el suicidio (A most Peculiar Man), la incomunicación (The Sound of Silence), el desamor (Overs), y otros tantos temas complejos hilados con metáforas y un cuidado vocabulario que pronto les convirtieron en el grupo intelectual por excelencia del movimiento hippy de la segunda mitad de los 60. Su memorable actuación en el Festival de Monterrey, en 1967, afianzó su imagen —guitarra y voz principal de Paul y coros de Art— en un acontecimiento musical sin precedentes donde se dieron cita todos los que ponían banda sonora a las inquietudes de aquellos jóvenes que preferían hacer el amor antes que la guerra.

Pioneros del estudio
El otro elemento definitorio del estilo Simon & Garfunkel, una vez terminada la canción sobre el papel, era la sesión de estudio. Allí, Simon & Garfunkel se convertían en tres, con la incorporación del ingeniero de sonido Roy Halee. Buena parte de los aclamados arreglos de las canciones son responsabilidad de Art. Los temas se grababan una y otra vez, se doblaban varias voces, se probaban nuevos instrumentos... Con el tiempo se les consideró el grupo más perfeccionista del panorama musical, sobre todo cuando corrió el rumor de que habían empleado cien horas de estudio para una canción de cinco minutos, The Boxer. También fueron pioneros, entre otras cosas, en el uso de las 16 y las 48 pistas y de los primeros sintetizadores. Este aspecto de Simon & Garfunkel fue una de las razones de su ruptura, ya que mientras Garfunkel y Halee apostaban por arreglos más ampulosos y melódicos, el auténtico padre de los temas prefería la sobriedad y un abanico musical multicultural.
Pero, más allá de las reclamaciones de Paul, es indudable que ambos elementos, composiciones y arreglos, ofrecieron a los aficionados algunos productos de intachable valía, como la cara A del Bookends, toda una obra conceptual sobre las distintas edades del ser humano, desde la juventud rebelde a la soledad de la vejez. Aunque en lo que se refiere a trabajo en estudio, posiblemente sus dos obras maestras sean las canciones Bridge over Troubled Water y The Boxer. En ellas la voz angelical de Art y la más contenida de Paul navegan en diversas escalas y tonos acompañadas de pianos, guitarras, violines y diversos instrumentos de aire que iban sumándose a las composiciones conforme avanzaba la melodía.


Amigos, no compañeros
El álbum Bridge over Troubled Water fue galardonado con cinco premios Grammy y se mantuvo durante varios años como el disco más vendido de la historia. En ese momento de apogeo, el dúo sorprendió a todos anunciando su ruptura. La auténtica razón, más allá de las muchas versiones que se han difundido, era esa incompatibilidad de caracteres musicales, que si bien en los primeros años quedó oculta bajo el entusiasmo iniciático, fue cobrando más fuerza conforme se iban consolidando. Por otro lado, Garfunkel comenzó en 1969 una carrera cinematográfica más bien infructuosa, pero que en ese momento acaparaba toda su atención, entorpeciendo la grabación del Bridge.
No obstante, pasados los primeros años tras la ruptura, Paul y Art mantuvieron su amistad, y de hecho sus reuniones en programas de televisión fueron bastante habituales durante los 70. Llegaron incluso a grabar juntos un single en 1975, My Little Town, tema que Paul compuso especialmente para su amigo. También en la década de los 90 han llevado a cabo algunas minigiras por Estados Unidos, siempre por motivos benéficos. No obstante, el encuentro más recordado y significativo es el del 19 de septiembre de 1981. Tras las
dos horas y media de música para el recuerdo, Simon & Garfunkel dejaron la galería de artistas veteranos para engrosar la de mitos de la música. Ante el éxito de la gira, se plantearon la posibilidad de grabar de nuevo juntos, pero las tensiones no tardaron en reaparecer.
Hoy, Paul Simon y Art Garfunkel continúan con sus carreras en solitario —el primero con bastante más fortuna—, pero por más que quieran borrar la etapa anterior, es imposible escuchar uno de esos nombres sin evocar dos figuras, unas más alta y de pelo rizado, y otra más baja y portando una guitarra, que ofrecieron al mundo un buen puñado de canciones inolvidables. 
  

El joven Simon
Paul Simon está considerado como uno de los grandes compositores americanos de todos los tiempos, no sólo comparable a Dylan, sino que dado el eclecticismo, variedad, solidez y la mezcla de lo culto y lo popular de su obra en solitario, es parangonaba al mismo Gershwin. Pero esto no podría concebirse sin su etapa previa como el pilar que sustentó al dúo Simon & Garfunkel. La entrada en la universidad y su preocupación intelectual llevaron a Simon a relacionarse con el movimiento folk, siendo un asiduo del Village neoyorquino. Allí su repertorio inicial se nutría de las canciones tradicionales americanas y algunas propias de estilo folk. La irrupción de la figura de Dylan, el asesinato de Kennedy, su estancia bohemia en Londres y las secuelas de una cierta adolescencia eterna cambiaron la forma de componer de Paul Simon, dando lugar a temas que trataban de la alienación, la incomunicación o el individualismo en la sociedad, llenos de bellas metáforas, paradigma de todas ellas del famoso The Sound Of Silence, una de las obras maestras del pop. Esta etapa daría paso a un periodo marcado por la preocupación por las relaciones de pareja, el efecto del tiempo sobre las personas y una cierta pose intelectual, que musicalmente marcan el periodo más pop de S&G, con cierta influencia de los Beatles. Es la época de la experimentación de Simon con las drogas y la primera mirada hacia la música étnica. Tras esta etapa, las composiciones de Simon dejan de ser un tanteo, se afirma en un estilo personal de caracteres universales y ven la luz las obras maestras del dúo. Lo culto y complejo, envueltos en la gran belleza de las voces del dúo, pero accesible a todos sin merma de una altísima calidad.

José María Escudero



15 de Octubre de 2001
Cambio 16

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