Hello darkness, my old friend,
I've come to talk with you again,
Because a vision softly creeping,
Left its seeds while I was sleeping,
And the vision that was planted in my brain
Still remains
Within the sound of silence.
In restless dreams I walked alone
Narrow streets of cobblestone,
'Neath the halo of a street lamp,
I turned my collar to the cold and damp
When my eyes were stabbed by the flash of a neon light
That split the night
And touched the sound of silence.
And in the naked light I saw
Ten thousand people, maybe more.
People talking without speaking,
People hearing without listening,
People writing songs that voices never share
And no one dare
Disturb the sound of silence.
"Fools" said I, "You do not know
Silence like a cancer grows.
Hear my words that I might teach you,
Take my arms that I might reach you."
But my words like silent raindrops fell,
And echoed
In the wells of silence
And the people bowed and prayed
To the neon god they made.
And the sign flashed out its warning,
In the words that it was forming.
And the sign said,
"The words of the prophets are written on the subway walls
And tenement halls."
And whisper'd in the sounds of silence.
Guitarra: Al Gorgoni
Bajo: Bob Bushnell
Batería: Bobby Gregg
© 1964 Paul Simon (BMI)
Disco: Wednesday Morning, 3 AM
Disco: Sounds Of Silence
Comentarios: Obra maestra total, no ya en el catálogo de Simon, sino en la historia del pop-rock.
“The Sound of Silence” no surgió con facilidad en el otoño de 1963. Aunque a veces ha dicho que la canción no fue una reacción consciente al asesinato del Presidente Kennedy, su subconsciente estaba ciertamente activo. Paul tocó una primera versión de la canción para su padre y su hermano Eddie en su habitación, y se emocionó cuando su padre respondió: “¿La has escrito tú, Paul? Es muy buena”. los elogios de su padre lo significó todo para Paul. Terminó la letra definiva el 19 de febrero de 1964. Paul Simon siempre se ha asombrado de como pudo escribir este tema con veintipocos años.
Según Simon es una visión social de la falta de comunicación. Con esta canción comienza el ciclo de composiciones dedicadas a la soledad y a la alienación que tanto caracterizaron la mayor parte de las composiciones que realizó para Simon & Garfunkel. “La canción me parece algo que salió de mis clases de literatura”, dijo Simon años después. “Es como si Camus estuviera ahí. Cuando veo la línea sobre las calles empedradas, probablemente estaba pensando en Manhattan, en el Village -no en Kew Gardens Hills-, simplemente poniéndome en ese mundo de cantantes que escribían sobre el mundo que les rodeaba. Además, la canción habla de la gente que no prestaba atención. Era como si pensara '¿Qué les pasa? ¿Por qué no escuchan?'.
Lanzada inicialmente en octubre de 1964 en el primer álbum del dúo, Wedenesday Morning 3 AM, pasó completamente desapercida dentro del fracaso comercial de este LP.
De repente, a principios del verano de 1965, la cuestión de la música de Simon & Garfunkel se reabre en Estados Unidos. Un promotor de Columbia Records notificó a la oficina central que una potente emisora de radio de Boston estaba emitiendo “The Sound of Silence”. Dick Summer era el disc jockey nocturno de la WBZ de Boston, cuya señal se escuchaba en treinta y ocho estados y parte de Canadá. Como estudiante de inglés, le encantaba la frase “las palabras de los profetas están escritas en las paredes del metro”. Poco después de empezar a pincharla, los universitarios de la zona de Boston empezaron a pedirle que la pusiera una y otra vez. Cuando otros DJ de la emisora se hicieron eco de la canción, WBZ se convirtió en un escaparate diario de “The Sound of Silence”. Sin embargo, la difusión de la canción no bastó para que la sede central de Columbia le diera un nuevo impulso promocional. El disco necesitaba un defensor en la discográfica para volver a captar su atención y ese fue, Tom Wilson, que habia producido ya al dúo en su fallido primer LP.
Wilson quería lanzar el tema como single, pero con un nuevo arreglo. Le encantaba el sonido de la guitarra eléctrica de doce cuerdas de la versión de los Byrds de “Mr. Tambourine Man” de Bob Dylan, que había alcanzado el nº 1 nacional sólo dos semanas antes. Tal vez, pensó, podría añadir un toque de ese sonido recién bautizado como “folk-rock” a la versión acústica de “The Sound of Silence”.
Fue un momento crucial para Simon & Garfunkel, y lo irónico es que ellos no tuvieron nada que ver. Sin consultar al dúo, Wilson entró en el estudio A de Columbia la tarde del 22 de julio con cuatro músicos de sesión para crear un nuevo fondo sobre las voces ya grabadas. Esos musicos fueron, los guitarristas Al Gorgoni y Vinnie Bell, más el bajista Joe Mack y el batería Buddy Saltzman. Wilson descartó la idea de una guitarra eléctrica de doce cuerdas y optó por dos guitarras eléctricas de seis cuerdas, pero el ingeniero Roy Halee mezcló los licks en la mezcla final de forma que sonaran como si procedieran de una guitarra de doce cuerdas.
Cuando Simon y Garfunkel escucharon la nueva versión no se mostraron muy satisfechos, “No era mi arreglo en el single”, dice Simon. “Para mí, no era diferente de lo que hacían los Byrds. Estaba hecha para ser folk rock, que era una especie de falso género. Tardé años en encontrar mi propio arreglo, pero luego se convirtió en una de mis favoritas”. Sin embargo, cuando Wilson insistió en que la nueva versión podía ser un éxito, el dúo aceptó.
El single se envió a los DJ y a las tiendas a finales de septiembre, pero el personal de promoción de Columbia aún no lo apoyaba del todo. Todo cambió cuando empezaron a recibír informes alentadores sobre la reacción de los DJ a la nueva versión de “The Sound of Silence”. El primer avance se produjo cuando el single entró en la lista de éxitos de Boston en el nº 21. Sin embargo, todos en Columbia sabían que la verdadera prueba era si “The Sound of Silence” entraría en las listas de éxitos fuera de Boston. Mientras esperaban a principios de noviembre, Simon partió de Londres en la que sería su última gira importante de 1965: una serie de fechas en los Países Bajos, Dinamarca y Francia. Lo último que había oído de Nueva York -probablemente una llamada o una carta de Garfunkel o de su madre Belle- era que el single estaba burbujeando bajo el Hot 100. Las dos o tres semanas siguientes serían decisivas.
En Dinamarca, Simon cogió un ferry de Aarhus a Copenhague la semana del 21 de noviembre y fue directamente a la oficina de su editor para ver qué lugar había ocupado “The Sound of Silence” en la última lista de éxitos de Estados Unidos. Al coger el nuevo número de Cash Box, se sintió comprensiblemente ansioso. Si “The Sound of Silence” no había saltado al Top 100, lo más probable es que nunca lo hiciera. Intentando prolongar el suspense, miró al final de la lista para ver cuál era el nº 100, luego fue subiendo poco a poco, 95, 90, 85, 80, y su corazón empezó a desfallecer. Justo cuando estaba a punto de darse por vencido, la vio -¡gloriosamente!- en el puesto 58.
“En ese momento”, dice Simon, “supe que mi vida iba a cambiar para siempre”.
Cuando volvió a Londres, Garfunkel le llamó desde Nueva York. Columbia Records quería que Paul volviera a casa inmediatamente. En lugar de limitarse a sustituir la antigua versión de “The Sound of Silence” en el álbum Wednesday Morning, 3 A.M., los jefazos de la discográfica querían grabar un nuevo álbum, titulado Sounds of Silence, e incluir la nueva versión.
“The Sound of Silence” era el número 26 en Billboard cuando Simon bajó del avión en Nueva York, y el personal de Columbia tenía noticias de que subiría otros diez puestos cuando se publicara la nueva lista el fin de semana. Con ese impulso, era casi seguro que llegaría al número 1. Después de celebrarlo con su familia, Simon se dirigió a la mañana siguiente a las oficinas de Columbia, donde él y Garfunkel fueron puestos en una cadena de montaje. Tras las obligadas palmaditas en la espalda, el personal dio al dúo sus instrucciones: presentarse en el estudio A el lunes y grabar el álbum lo más rápido posible. Lo único que importaba era que los discos estuvieran en las tiendas en seis semanas. Si no tenían canciones propias, podían llenar el álbum con más versiones. La discográfica calculó que ya había perdido un par de cientos de miles de dólares por no tener el álbum en las tiendas al comienzo de la lucrativa temporada navideña.
Simon recuerda la noche de enero de 1966 en la que él y Garfunkel estaban escuchando la radio en un coche aparcado en la calle 141 de Queens. Rememora: “El disc jockey presentó 'The Sound of Silence' como el disco número uno de Estados Unidos, y Artie me miró y dijo: 'Vaya. Apuesto a que esos tíos se lo estarán pasando en grande'“. En realidad, Simon dice: “No sabíamos qué hacer. Aún no nos habíamos dado cuenta. Intentábamos adaptarnos a todo”.