Publicado el 12 de Abril de 2011
Referencia: Hear Music 0888072328365
Producido por Phil Ramone y Paul Simon.
Grabado por: Andy Smith.
Mezclado por: Phil Ramone.
Masterizado por: Greg Calbi.
Imagen de la Portada creada por: Sven Geier
Diseño: Geoff Gans.
"No he escuchado el álbum desde que lo terminé. Pero me gustan algunas de las canciones como 'Love in Hard Times'. Y me ha encantado trabajar con samples. pienso en en él como un álbum feliz".
Paul Simon (Rolling Stone, 2013)
El punto de partida de su nuevo proyecto se remonta a los primeros meses de 2007. Simon, que había disfrutado componiendo “Father and Daughter” a la guitarra, decidió volver a escribir con un método que no usaba desde hacía más de veinte años: empezar por la canción, no por la base instrumental. La primera en surgir fue “Love and Hard Times”, una pieza íntima inspirada en su relación con Edie. La escribió en su estudio de Central Park West, y más tarde, en la primavera de 2009, continuó el trabajo en una cabaña reformada en su propiedad de New Canaan. Allí, con el ingeniero Andy Smith —colaborador desde Songs from The Capeman— empezó a dar forma a su duodécimo álbum de estudio.
Un regalo inesperado contribuyó a orientar el nuevo rumbo sonoro. Brian Eno, con quien había trabajado en Surprise, le regaló una caja de seis discos titulada Goodbye, Babylon, dedicada a las raíces del gospel americano. Contenía grabaciones de artistas como la Carter Family o Robert Johnson, y una selección de sermones afroamericanos. Uno de ellos, “Gettin’ Ready for Christmas Day”, del reverendo J. M. Gates, llamó la atención de Simon por su energía y su ritmo. “Me dieron ganas de zapatear”, recordaría. “Pusimos una caja en el suelo del estudio y empezamos a marcar el ritmo. Luego añadí una guitarra, y el sermón encajó perfectamente”. Así nació la canción que abriría el nuevo disco y marcaría su tono: una mezcla de espiritualidad, humor y reflexión sobre el paso del tiempo.
Aunque su idea inicial era producir el álbum solo, Simon se reencontró con Phil Ramone —el legendario productor de Still Crazy After All These Years— en un supermercado de New Canaan. Ramone escuchó parte del material y quedó fascinado, por lo que se incorporó como coproductor. El trabajo se interrumpió temporalmente a mediados de 2009, cuando Simon emprendió junto a Garfunkel una gira internacional de reunión, Old Friends, que lo llevó a Japón y Australia. Esa pausa reforzó su confianza y le permitió regresar al estudio con renovada energía.
Entre las canciones más personales del álbum se encuentra “Questions for the Angels”. Inspirada en sus caminatas por el puente de Brooklyn, la pieza combina imágenes urbanas con un tono espiritual y una reflexión sobre la humanidad. “Veía a gente sin hogar durmiendo sobre cartones y pensaba en ellos, en su búsqueda diaria”, explicó Simon. “De ahí surgió el peregrino del que habla la canción, alguien que viaja y se pregunta por el sentido de las cosas”. La aparición inesperada de una valla publicitaria de Jay-Z en Brooklyn fue integrada de manera natural, demostrando cómo Simon sigue el flujo de la creación sin plan previo: “No suelo tener una idea clara del álbum hasta que escribo seis u ocho canciones. Entonces empiezo a ver el trabajo como un todo”.
Otra pieza destacada es “Rewrite”, la historia de un veterano de Vietnam que intenta reescribir su vida como si fuera un guion de cine. En lugar de recordar su crisis o su fracaso familiar, se convierte en un héroe que salva niños y protagoniza persecuciones. “Para mí es una historia generacional”, dijo Simon. “Cuando la tocaba en directo antes de ‘America’, sentía que ese hombre del lavadero era el mismo chico que subía al autobús en Pittsburgh. Es la historia de mi generación, los que crecimos con sueños y acabamos golpeados por la realidad”.
La canción que da título al álbum, “So Beautiful or So What”, incluye una referencia dramática e inesperada al asesinato de Martin Luther King, que Simon integró de manera orgánica en la letra. “Es como pintar: no sabes qué va a pasar hasta que llegas allí. Llegó el verso y luego pareció encajar perfectamente”, explicó. King, para Simon, simboliza el potencial humano y la búsqueda de lo mejor que podemos ser. Esta misma idea se repite en otras canciones del disco, donde la espiritualidad no es un dogma sino una exploración de la vida y de nuestro lugar en el mundo: “O crees que la vida es un regalo increíble o no es gran cosa. A una cebra, ¿le importaría si toda la especie humana desapareciera? Por supuesto que no”.
Mientras finalizaba la grabación, en el verano de 2010, Simon asistió con satisfacción al reestreno de The Capeman en una versión más breve en el teatro Delacorte de Central Park. El crítico Ben Brantley, del New York Times, elogió la partitura y reconoció su conexión con el pulso de la ciudad, un gesto que Simon interpretó como una forma de reconciliación con una de las etapas más amargas de su carrera.
Por esa época también decidió cambiar de sello discográfico. Warner Bros. ya no era el refugio artístico de décadas anteriores: Mo Ostin y Lenny Waronker habían dejado la compañía, y Simon sentía que su música ya no encontraba el mismo apoyo. Rompió el contrato y firmó con Concord Records, un sello independiente con raíces en el jazz que buscaba expandirse hacia artistas veteranos. El ejecutivo Robert Smith, tras escuchar el álbum, no tuvo dudas: “Le dije que era lo mejor que había hecho desde Graceland”.
So Beautiful or So What se publicó en abril de 2011. El disco combinaba samples de grabaciones de gospel y blues con elementos de percusión africana e india, y retazos de grabaciones realizadas por Edie Brickell durante un viaje familiar a Kenia. En sus letras, Simon retomaba los grandes temas de su vida: el amor, la fe, la mortalidad y la gratitud. No buscaba un mensaje religioso, sino una reflexión sobre el sentido de la existencia y el paso del tiempo. Como él mismo explicó: “Las religiones son tanto un consuelo como una pesadilla para la humanidad. Dios aparece en los temas, pero rara vez en un contexto religioso”.
La crítica recibió el álbum con entusiasmo. Jon Pareles, en The New York Times, lo situó entre los mejores del año, destacando su equilibrio entre profundidad y ligereza. Robert Christgau lo calificó como un trabajo “melancólico, pero lleno de gratitud por el amor y los dones de Dios”. Para muchos, era el regreso del Paul Simon más humano, aquel capaz de combinar lo espiritual y lo cotidiano sin caer en el sentimentalismo.
El público también respondió. El disco alcanzó el número 4 en Reino Unido y el 14 en Estados Unidos, vendiendo más de 300.000 copias, una cifra notable en una época de declive del formato físico. Simon emprendió una extensa gira que se prolongó hasta finales de año, celebrando su setenta cumpleaños rodeado de amigos y familiares en Nueva York.
Cuando se le preguntó por el secreto del éxito, Simon respondió con su habitual humildad: “No hubo un plan maestro. Simplemente seguí trabajando. Mucha gente se rindió con You’re the One y Surprise, pero no podría haber llegado a So Beautiful or So What sin lo que aprendí haciendo esos discos”. La composición, según él, fue un proceso de “seguir el rastro” y dejar que las canciones encontraran su camino, un método que él considera fundamental: “Cuando las canciones saben a dónde quieren ir, se vuelven aburridas. Me gusta si puedo seguir toda la canción y sigue siendo interesante”.
Roy Halee, su colaborador histórico, lo resumió mejor que nadie: “Paul nunca pestañeó. No dejó que el ruido o las ventas lo desviaran. Siguió la música, y al final, la música volvió a encontrarlo a él”.