"Yo no escucho mis viejos álbumes mucho, pero este es uno al que volví después de oír a todas esas bandas indie haciendo algunas de estas canciones, como 'Peace Like a River." Y pensé: 'Dios, este es un buen disco. Hay algunas canciones divertidas en el, y siempre me encantó 'Me and Julio Down in The Schoolyard'. Tiene una escasez que es casi como un registro indie".
Paul Simon (Rolling Stone, 2013)
Paul Simon por José
Luis Ortiz
El joven héroe (o antihéroe) anónimo de origen desconocido
que, perdido, solo y sin trabajo en el duro invierno de Nueva York, rasguea
su guitarra para contarnos, triste y circunspecto, su dramática
historia, se convierte ahora, tres años más tarde, en un
héroe (o antihéroe) errante de rasgos picarescos, nombre
conocido y origen preciso (tan humilde como vergonzante), que, sirviéndose
también de su guitarra en una noche de insomnio, rememora para
nosotros, de un modo totalmente irónico, su primera experiencia
sexual.
Este sensible cambio del punto de vista en la escritura que apreciamos
entre The boxer y Duncan, y que se manifiesta en el marco de la autobiografía
ficticia, se encontraba ya, aunque en estado embrionario, en el último
trabajo del dúo, concretamente en las canciones Keep the costumer
satisfied y Baby driver. Ahora, en el primer álbum de Simon en
solitario tras su ruptura con Garfunkel, este punto de vista se generaliza
y perfecciona, dando lugar a piezas de gran maestría, como la citada
Duncan, la delirante y casi kafkiana Paranoia blues, la enigmática
Me and Julio down by the schoolyard y la lúcida Papa Hobo.
Es innegable la carga crítica hacia comportamientos individuales
o sociales que subyace en esta visión irónica de la realidad
a cargo de un narrador protagonista, alter ego del propio Simon. Sin embargo,
no es menos cierto que, en ocasiones, el uso de esa misma ironía
produce mensajes calculadamente ambiguos. Pongamos por caso la canción
titulada Run that body down. En ella, un narrador no ficticio (Simon en
persona) comienza por contarnos una experiencia real y preocupante: una
doctora le advierte del deterioro de su salud y, en consecuencia, le aconseja
cuidarse. A partir de ese momento, el narrador (que ya no es necesariamente
Simon) exterioriza una hipocondría tan extrema que llega a convertirse
en médico de su mujer y, en el colmo de la neurosis, en médico
de toda la sociedad. En resumen: la subrepticia y demoledora ironía
de Simon ha subvertido la sencilla (y real) experiencia propia para satirizar
un hábito social (la obsesión por la salud preventiva en
el Estado del bienestar) y caricaturizar al sujeto que así se comporta.
También el Simon grave de anteriores trabajos sigue apareciendo
en este álbum, ya sea prolongando uno de los temas favoritos de
su etapa como dúo: las dificultades en las relaciones de pareja
(Congratulations); elaborando alegatos a favor de la paz y la libertad
(Armistice Day, Peace like a river); lanzando mensajes antidrogas (Everything
puts together falls apart), o bien, lo que es mucho más sorprendente,
ocultando bajo apariencia ligera o festiva un tema tan dramático
como el dolor ante la muerte de un ser querido (Mother and child reunion).
Sin embargo, de las buenas intenciones expresadas en el último
álbum de Simon & Garfunkel (como, por ejemplo, el valor de
la amistad y la entrega), apenas si sobrevive algún verso. En su
lugar, se implanta una visión desencantada de la existencia en
sus múltiples facetas: el desarraigo del individuo en la sociedad
(Papa Hobo, Duncan), la pérdida de ilusiones y el fin de los idealismos
(Peace like a river), la presencia de la muerte (Mother and child reunion),
la desintegración familiar (Me and Julio down by the schoolyard),
el deterioro físico o psíquico del individuo (Everything
puts together falls apart, Run thet body down, Paranoia blues), el conflicto
amoroso (Congratulations), etc.
Simultáneamente, asistimos al definitivo abandono del lirismo poético,
que se había convertido en referencia básica del estilo
del dúo, culminando así el proceso iniciado en Bookends.
En su lugar, Simon propone el uso de formas narrativas con un lenguaje
más cotidiano y prosaico, con frecuencia elusivo. En tal caso,
la presentación parcial o reticente del discurso narrativo produce
esa sensación de oscuridad tan característica de muchas
de sus letras.
A cambios tan significativos en el ámbito de la escritura, les
sucede una profunda renovación en el terreno musical. Simon, ya
libre de las ataduras de Garfunkel, comienza a explorar ámbitos
musicales más extensos, representando esta primera entrega en solitario,
al mismo tiempo, un tanteo de sus posibilidades expresivas y un alarde
de su capacidad como compositor. El neoyorquino aborda la difícil
tarea de obtener una música sobria y depurada, casi reducida a
sus líneas esenciales, con el mínimo respaldo instrumental,
tan alejada de la simplicidad como de la afectación y libre de
las galas más o menos vistosas que constituían las señas
de identidad del último trabajo del dúo. Para apreciar nítidamente
ambos polos del proceso, bastaría comparar entre sí dos
baladas folk-country como The boxer y Duncan, o bien Bridge over troubled
water y Congratulations, baladas de inspiración gospel.
Convendría, asimismo, insistir en un aspecto de las canciones de
Simon al que deberíamos prestar la suficiente atención:
su visión radical de la realidad, atenuada a menudo por el humor
o la ironía, no desemboca necesariamente en formas o tratamientos
musicales agresivos; antes bien, en tales casos, Simon parece preferir
los tempos relajados y los tonos suaves, con un punto de distanciamiento;
sirvan de ejemplo canciones como Papa Hobo, Congratulations o Peace like
a river. Este "desfase" entre melodía y texto reviste,
claro está, otras modalidades; sirva de arquetipo perfecto la canción
Mother and child reunion, donde Simon acierta a fundir magistralmente
un sentimiento de profunda tristeza con acordes alegres y festivos.
En su primer disco en solitario tras la ruptura del dúo, el neoyorquino
apuesta decididamente por las músicas afroamericanas, ya sea la
música negra norteamericana (blues, gospel) o los subgéneros
afrocaribeños más o menos influidos por el rythm´n´blues
(reggae, calipso), además de culminar su fructífera relación
con la música incaica. Hace un hueco también Simon al country
y a formas musicales más libres, difícilmente clasificables.
Se trata, por tanto, de un disco heterogéneo, por la variedad de
las fuentes utilizadas, pero en absoluto disperso, si atendemos al íntimo
parentesco que liga a la mayor parte de estas músicas. Simon reelabora
cada una de estas formas musicales. Así, Duncan es un feliz maridaje
entre la tradición blanca del folk y la música andina tradicional.
Con Mother and child reunion, un excelente y personalísimo reggae,
Simon se desquita del fracaso artístico que supuso Why don´t
you write me? Por su parte, Me and Julio down by the schoolyard es un
extraordinario calipso, con acentos brasileños y ecos del pop adolescente
norteamericano. Simon recurre acertadamente al molde del calipso para
narrar, de modo elusivo, una historia satírica con ribetes escabrosos.
El resultado de su acercamiento al gospel cabe calificarlo, así
mismo, de extraordinario. Tras el irónico título de Congratulations
se esconde una canción amarga, pero también bella y conmovedora,
sostenida por una sutil instrumentación y, sobre todo, por la sincera
y modulada voz de Simon. Recurre el compositor neoyorquino a reputados
músicos de sesión, como el batería Hal Blaine o el
pianista Larry Knechtel, ambos de la "factoría Spector",
que ya le habían acompañado en anteriores trabajos, por
ejemplo en Bridge over troubled water.
En Papa Hobo, la voz y dicción de Simon se ajustan magistralmente
al verso, bien subrayadas por el envolvente armonio de Larry Knechtel,
la armónica de Charlie McCoy y la guitarra acústica del
propio compositor. El resultado es una interesante composición
cercana al country, que goza del sorprendente contraste, tan característico
de Simon, entre una grata melodía y la mordaz crítica de
la vida urbana y el progreso industrial. En su acercamiento al blues,
logra Simon resultados dignos de consideración, en absoluto anodinos.
El ritmo vigoroso y vibrante de Paranoia blues hace de ellla una atractiva
canción, que cuenta además con la valiosa aportación
de Stefan Grossman con su "botleneck guitar". Hobo´s blues,
por su parte, es un breve y delicioso instrumental, fruto de su colaboración
con el gran violinista de jazz Stéphane Grappelli. Teñidas
de blues, pero, desde un punto de vista formal, más libres, son
dos piezas de desigual valor: Everything puts together falls apart y Armistice
Day. Un impecable trabajo de guitarra y voz (que incluye una pequeña
muestra del brillante falsete de Simon), y la sobria y serena aportación
de Larry Knechtel en los teclados constituyen el modo más adecuado
de transmitir un mensaje sencillo y directo como el de Everything puts
together falls apart, ante cuyo dramatismo Simon adopta un punto de vista
algo distante. La canción se sitúa en el contexto de un
tímido movimiento antidrogas que, en el mismo año 72, inspiraría
a Neil Young para componer The needle and the damage done, incluida en
su álbum Harvest. Aunque la tesis de Young es bastante menos radical
que la de Simon, resultan sorprendentemente similares el contenido y el
tratasmiento musical de ambas composiciones. Curiosamente, el neoyorquino
ha declarado en alguna ocasión que había decidido ponerse
manos a la obra sólo por el hecho de incluir en una canción
pop la palabra "paraphernalia", que Simon emplea aquí
con doble sentido, para designar tanto el conjunto de atuendos personales
como los variados instrumentos que emplean los drogadictos (la jeringuilla,
el algodón,...) para usar las diferentes clases de drogas. Por
su parte, Armistice day puede ser considerada una de las más extrañas
canciones grabadas jamás por Simon. En su letra, tan inconexa como
obsesiva, se aglomeran la referencia antibelicista, la alusión
amorosa y la crítica al poder político. La voz a veces desgarrada
de Simon se combina o alterna con unos enérgicos "riffs"
de guitarra, a cargo de Jerry Hahn y el propio compositor. Con todo, se
trata de una pieza menor, como lo es también Run that body down,
cuya amable melodía, inspirada en un preludio de Bach, y el "beat"
regular y persistente que la sostiene, se encuadran en un conjunto armónico
excesivamente reiterado a lo largo de la cabnción, lo que acaba
restándole vigor.
La maestría de Simon como guitarrista se pone de manifiesto a lo
largo de todo el álbum, pero especialmente en Peace like a river,
cuyas bellas armonías vocales, que prolongan los ecos de las utilizadas
por el mismo Simon en The only living boy in New York, contrastan con
el pesimismo que desprenden sus versos. Al igual que en Bridge over troubled
water, Simon recurre aquí al modelo del himno, aunque tratado con
una libertad formal extraordinaria. Así, anticipando lo que un
año más tarde realizará magistralmente en American
tune, el neoyorquino compone un paradójico y singular "himno
de la derrota", hallazgo con el cual Simon invierte, una vez más,
el modelo heredado.
© José
Luis Ortiz
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